Son las ocho y veintidós de la tarde. Hace poco más de media hora que sonó el toque de queda, y todos los precavidos han vuelto a sus habitáculos, huyendo de posibles multas y detenciones por desobediencia. Para cenar, tres pastillas verdes, dos azules, y una amarilla. Las favoritas de Mario son las rojas, pero hasta el miércoles que viene no recibirán más.

Un pitido rompe el silencio de la habitación, y la televisión se enciende como cada noche. Carmina Van der Moon sale en pantalla, despampanante, enseñando eróticamente sus grandes pechos, y agitando la melena sensualmente, mientras distrae al cámara que la graba. Hoy es el primer domingo del mes, así que toca estrenar un nuevo programa. Mario no entiende de dónde pueden sacar tantas ideas los guionistas. Han hecho miles y miles de producciones, y todavía siguen creando más. Cada vez le resultan menos interesantes, pero dado que la televisión es la única que le ofrece compañía esta noche, acepta a regañadientes y se sienta en el sofá, a la espera del nuevo programa.

Carmina se muestra extasiada, eufórica, emocionada. Cuenta a gritos que este reality será la gran revolución, que nunca se ha visto nada igual, tan cercano, tan directo, tan personal. El público empieza a agitarse ante tanta intriga, así que la presentadora decide explicar a sus espectadores en qué consiste. Cada noche, al inicio del programa, un corazón será arrancado del pecho de su dueño y trasladado a plató, donde se enfrentará a sus miedos y temores. Será él quien tendrá que vencerlos, sin ayuda de nadie, mientras su amo observa atónito la batalla desde el otro lado de la pantalla. Si no logra superar el reto, morirá. 

El público calla durante unos segundos, pero inmediatamente salta, grita, vitorea y reclama un corazón cuanto antes. Carmina no les hace esperar. Apreta un botón que selecciona el habitáculo que será participante. Todos tiemblan en sus sillones, esperando no ser los elegidos. 2965. Mario se queda quieto, inmóvil, bloqueado. Es él. Antes de reaccionar, tres hombres encapuchados rompen la puerta de su habitación e, introduciéndole la mano por la boca, le arrancan el corazón. Con la boca abierta y la baba colgando, Mario ve cómo su órgano favorito llega al plató, donde Carmina le recibe con los brazos abiertos.

El pequeño corazón tiembla ante los focos. Mientras tanto, la presentadora hace una pequeña introducción del concursante. “Éste es el corazón de Mario. Mario tiene 23 años. Ha follado ocho veces desde que perdió la virginidad. Guarda cada condón usado, cada mensaje, cada llamada. Su madre piensa que todavía es virgen. Sus amigos, que es un poco rarito. Su psicólogo, que sufre algún trastorno leve. Mario está convencido de que los raros son los otros. Hoy, su propio corazón se enfrentará a lo que más teme: esas zorras desaliñadas que Mario intenta enamorar sin éxito ninguno”.

El concursante se paraliza. Está hasta los huevos de luchar. Esas malditas zorras tienen absorbido a Mario, que cae y recae, y les da de comer su sucio corazón, y se deja exprimir, y se deja llevar, y no saca nada a cambio. Deja que le muerdan y mastiquen sus ansias de ser amado, y siguen queriendo más.

Las cartas están sobre la mesa. Las luces se apagan, el público calla, y una marabunta de zorras hambrientas, polvos desesperados y recuerdos de vidas pasadas llenan el plató. El pobre corazón sabe que la batalla está perdida, y Mario, que lo está viendo todo desde su triste sofá, también es consciente de ello. Y la culpa es suya.

En cuestión de minutos, su órgano favorito es devorado sin escrúpulos delante de las cámaras. Mario siente un nudo en el estómago, y un gusano gigante mastica su alma. El público aplaude sin cesar, Carmina sonríe entusiasmada, y esas malditas carnívoras siguen teniendo sed.

Ilustración: Napol
Texto: Txa
Sinextesia 2.0, febrero de 2014.
Zorra
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Aquí os dejamos el segundo proyecto del reencuentro de Napol y Txa, de sinextesia 2.0.

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